Manolín, el Médico de la Salsa, volverá a
vivir en Cuba. La sola noticia, sin más adornos ni dramatismo, es
suficiente para llevarse los cabezales. Tan impactante que cualquier
otra explicación sale sobrando.
El músico cubano, quien vive desde hace
12 años fuera de la Isla, anunció con firmeza su deseo: “quiero
establecerme en mi país, y para siempre”.
No se trata de una decisión
tomada a la ligera. “Estoy por hacerlo dese hace mucho tiempo y creo que
ahora es el momento ideal. Quienes más hemos andado la vida, sabemos
que no hay nada como la casa de familia. No hay lugar como tu propia
tierra y eso es lo que necesito: vivir en mi país hasta el resto de mis
días”, explicó el artista.
Lo cierto es que la decisión
causará revuelo en su primera etapa, algunos blasfemarán en su contra y
otros levantarán los hombros, incrédulos. Mientras, Manolín estará
tocando por Cuba la música que en los años 90 lo convirtiera en uno de
los máximos exponentes de la timba.
Lo encontramos en los jardines del Hotel
Nacional junto a su amigo Pachito Alonso, excepcional músico cubano que
también accedió a participar en esta conversación…
¿Repatriación?
Desde la noche anterior, en medio de un
ensayo, Pachito había dejado bien claro a OnCuba que “esa palabra no nos
gusta, es muy fea. Esa palabra es muy política y nosotros no somos
políticos, somos artistas, gente de pueblo y nos debemos a él. Somos
cubanos y lo que tenemos lo hicimos aquí en nuestro país.”
A lo cual agregó Manolín mientras
conversábamos en el patio del hotel hanabero, “creo que para regresar
primero hay que irse, y yo siempre he estado en Cuba, de una manera u
otra.
Es normal que el ser humano, el artista, quiera conocer, vivir
otras experiencias. Tuve una oferta de trabajo que me pareció
interesante y me llevó a vivir unos años fuera de mi país, más de los
que imaginé.
Pero lo que sí es una realidad es que ya no voy a estar más
ausente de aquí”.
“En todos estos años me matuve
creativo, pero siempre necesité a mi tierra.
Fuera de aquí no compuse
con la misma frescura, y las canciones más tristes las hice fuera de
Cuba. Algunas de ellas buenas, importantes canciones, o que serán
importantes, pero ninguna con la frescura de antes. Creo que con esa
frescura solo volveré a componer ahora, aquí”.
Estos dos hombres se traen algo importante entre manos.
A partir del próximo 9 de noviembre comenzarán una gira de conciertos
por varias provincias del país y algunos barrios de La Habana.
El primero de ellos será en el Teatro Nacional de Cuba, sitio en el cual
Manolín, acompañado por la orquesta de Pachito, tendrá un reencuentro
con quienes por una década bailaron sus canciones y se negaron a
olvidar.
Al preguntar por la estructura del
espectáculo, ambos músicos se miran buscando conciliar la respuesta.
Alonso -tomando la iniciativa- explica que serán, al menos, dos horas de
concierto.
“Para no cansar a los asistentes”, y guiña el ojo. “Ya vamos
por 12 números de Manolín solo, y tenemos planificado algún que otro
juntos. Pero la expectativa es Manolín, por él han esperado años”.
El Médico asiente tranquilo y añade que
los músicos de la orquesta son fenomenales, “suenan muy bien y con ellos
disfruto cada ensayo como si fuera una presentación”.
En compañía de Pachito y los suyos,
Manolín quiere volver a tocar en los escenarios nacionales, sentir de
cerca el pueblo que no lo ha olvidado en todo este tiempo. Empezar desde
cero, en las mismas plazas, con las mismas canciones y con toda la
expectativa que esto genera.
Manolín, ¿cómo será ese momento luego de tantos años?
“Va a ser maravilloso, estoy seguro. Sé
también que tendré que tocar los temas de siempre, porque la gente
quiere recordar y quienes no lo han vivido desean tener esa experiencia.
Siempre soñé con eso, pero será más espectacular de lo que imaginé,
pues los niños ayer en el ensayo bailaban y cantaba temas que compuse
cuando ellos no habían nacido. Y eso es una maravilla”.
Ante la duda de si el Teatro Nacional es
el lugar más adecuado, pues no es usual que se emplee en presentaciones
de este tipo, Pachito desató la carcajada general al lanzar un sonoro
“nos va a quedar chiquito”. Algo que indudablemente sucederá.
¿Y luego?
¡Hasta Alaska si se puede!, asegura
Pachito entre risas. Más sosegado, Manolín explica que “al terminar
todas las presentaciones en Cuba queremos llevar el espectáculo fuera
del país. Tenemos la suerte de coincidir en lo que queremos y hay una
química muy especial entre nosotros, eso se nota sobre el escenario.
Queremos ir a Europa, América Latina, Estados Unidos… tenemos muchos
planes y esperanzas. Pero lo primero es Cuba.
“Aquí nace todo, virtuosa es esta tierra
que ha dado músicos de la talla del Benny, Chano Pozo, Pacho Alonso.
Nosotros nacimos aquí y nos debemos a ella y su pueblo. Al menos eso
pienso yo”.
Durante toda la conversación Manolín y
Pachito Alonso han evitado los temas políticos y tienen toda la razón en
hacerlo. Hay cosas que es mejor aislarlas para evitar corromperlas. Aun
así me animo, quizás porque las preguntas incómodas suelen dar
excelentes respuestas.
¿Creen que este proyecto sirva para construir un puente y hermanar lo que, finalmente, es un mismo pueblo?
Pachito me mira de reojo, he cruzado una
línea no trazada, pero que existe. Luego afloja el rostro y me explica
con calma, escogiendo cada una de las palabras. “Esas son cosas de la
política y tratamos de no mezclarnos con ellas. Nosotros tenemos
principios -como los puede tener cualquiera-, los nuestros están con el
público, que es al fin y al cabo, a quien nos debemos los artistas. Este
proyecto sirve para entender que la música no tiene fronteras, y
nosotros somos músicos, no políticos.
“Tratamos de hacer algo importante,
vamos a trabajar donde siempre lo hemos hecho: Pinar del Río, Santiago
de Cuba y en La Habana también, pero en la Piragua. Hay que recordar que
fue ese gran público el que nos hizo lo que somos, por eso hay que
tocarle a la gente”.
Miro directamente a Manolín y pregunto: ¿Hace muy poco tiempo viniste a La Habana, qué pasó cuando llegaste a Miami?
Manolín respira hondo y apoya la cabeza
en su puño. Se ha quitado la gorra por primera vez en toda la
conversación. Levanta la vista y restando importancia al asunto nos
cuenta: “Tenía un concierto que me suspendieron, pero es normal. Era
algo pequeño y porque vine aquí lo suspendieron. Miami es un lugar
complicado, con muchos sentimientos encontrados por décadas.
“Por suerte eso va cambiando, ya han ido
muchos músicos cubanos allá y cantan y los atienden bien. Lo importante
es la gente, no dos o tres que son minoría; sí poderosos, pero minoría.
No podemos darle gran importancia a eso, sobre todo cuando la mayoría
está a favor del intercambio y apoyan a los artistas.
“Creo que debemos ver el vaso medio
lleno, y no medio vacío. Cada vez son más los que quieren el intercambio
normal, y eso pueden decirlo quienes van allá. El resto, los escándalos
y la manipulación, son cuestiones de conveniencia”.
La palabra “público” ha estado presente
toda la mañana; de una manera u otra, cual si todo girara en torno a esa
masa de gente que por años se ha negado a olvidar. Un grupo de almas
que están más allá de políticas y por encima de los rencores fermentados
por el tiempo que solo han servido para alejarnos.
¿Cómo se siente tocar para los cubanos, fuera de Cuba?
“El cubano es el mismo donde quiera que
esté. Esta es la música que le corre por la sangre. Al estar están fuera
tienen más añoranza, y por eso cuando les cantas es como trasladarlos
hasta aquí. Es como regresarles un pedazo de sus vidas y ellos lo
agradecen y lo aprovechan al máximo.
“Ahora para estas presentaciones que
tenemos van a venir gente de Europa, de Estados Unidos, a vivir este
proyecto en su tierra, con su gente y esa es una oportunidad increíble
para reencontrarse con uno mismo”, asegura Manolín.
Con inagotable entusiasmo
imagina los proyectos futuros y las presentaciones inmediatas. En sus
ojos hay brillo, el Médico está en su tierra, con el malecón a sus pies y
rodeado de un pueblo que nunca le dio la espalda, que todos estos años
bailó con su música y que ahora la recibe como si nunca hubiese estado
ausente.
“En estos días –concluyó- me llamó un
amigo y me preguntó cómo me sentía: estoy feliz, no solo porque estoy en
mi país, sino porque he conocido mucho y tengo esa paz; no me atormenta
nada, ni me deslumbra nada y esa tranquilidad te permite apreciar más a
tu país y las cosas sencillas. Te repito: los que hemos andado la vida sabemos que no hay como la casa de familia”.
FOTOS: Roberto Ruiz y Luis Alejandro Yero
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