El dolor de Guillermo Avilés
sábado, febrero 25, 2006
COLORES Y FORMAS PARA UN FESTIVAL VISUAL
EN UNA PEQUEÑITA isla, que cuelga de Cuba como preciado medallón, nació, vive, se formó y trabaja un singular artista de la plástica cubana: Rafael Calvo.
De su querida Isla de la Juventud toma el azul de su mar, el rojo de su arcilla, los grises—negros de sus mármoles y el color del viento para pintar sus obras de tonalidades vibrantes y mustias, según el estado de ánimo que le imprima.
Grabador por excelencia, hurga en nuestros ancestros, los fusiona con su óptica y entrega el alma en cada obra.
No pretendo hacer una crítica artística del trabajo de este joven artista cubano; me falta escuela para ello, pero quiero decir en voz alta lo que tocó mi corazón cuando por mis ojos entró la brillantez de aquellas figuras, a veces místicas, taciturnas o vitales y trascendentes.
Muy personal la manera de Calvo (Klvo, como nombre atìstico), tocar un tema que va de lo histórico a lo folclórico. De la transculturación a lo meramente comercial, de lo artístico al fetiche, de lo real a lo banal. El uso y abuso de su tratamiento, de las máscaras, de lo afrocubano, le ha hecho perder veracidad, sin embargo, en las series de Rafael Calvo, se recobra convincentemente.
Sus máscaras quieren decirnos muchas cosas personales: ellas cuentan sus alegrías e insatisfacciones, su torrente creativo, su lucha por desterrar lo malo, su apego a la forma y el color para tocar el corazón de los demás, cual poesía o canción sentimental.
“Estas obras subyugan el ojo del espectador que salta de gozo ante tanto maravilloso misterio entre figuración y motivos que alientan en el sosiego que el pintor ha conseguido encontrar para su mundo interior y para el nuestro”, dijo Nancy Morejòn, poetisa y ensayista, al evaluar su muestra Instintos del monte.
Estudioso del tema África en lo visual, Rafael convoca a quienes apreciamos su obra a buscar los sentidos de su mensaje.
“Todo sentimiento -desde el miedo hasta el gozo- es expresado por Klvo mediante un arte que, en el borde entre lo abstracto y lo figurativo, se torna deliberadamente oscuro para subrayarnos la profundidad del ser humano, el inconsciente, las emociones… los instintos del monte”, dijo Ángel Calcines, editor de la publicación especializada Opus Habana.
Y su ya basta obra ha trascendido su estudio, en la cosmopolita y original Gerona, para volar tan lejos como Madrid, Martinica, Pamplona, Nueva York, Tokio, entre otras ciudades.
Es apenas el comienzo. Klvo se ha propuesto hechizar la humanidad.
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