Una de esas tardes lindas del verano cubano, una
adolescente de 14 años se encuentra por primera vez con un muchachón de 18, en
un habitual paseo por la calle principal de la ciudad de Ciego de Ávila.
Miradas recíprocas e intercambio de palabras iniciaron una amistad y sellaron un amor. Así José Luis Y María Elena iniciaron su historia de amor.
Miradas recíprocas e intercambio de palabras iniciaron una amistad y sellaron un amor. Así José Luis Y María Elena iniciaron su historia de amor.
Cinco años de noviazgo culminaron en matrimonio, unión
legal y sentimental que ya cumplió 39 aniversarios y permitió venir a la vida
dos lindas chicas: Maricely y Maylen.
María Elena Díaz cursó su carrera de Ingeniería Civil y José
Luis Candelario se graduó de médico y se hizo cirujano, especialista en Ortopedia y
Traumatología, profesor universitario e investigador.
Todo marchaba bien en la familia. La pareja seguía amándose y multiplicaba ese amor en la crianza de sus hijas.
Todo marchaba bien en la familia. La pareja seguía amándose y multiplicaba ese amor en la crianza de sus hijas.
Pero esas pruebas difíciles que todos debemos pasar
en nuestras vidas, les tocó cuando en marzo del 2009 se le diagnostica al
doctor José Luis Candelario una grave dolencia hepática que lo fue desgastando
e inhabilitándolo día a día.
María Elena no lo dejó solo ni un momento: disímiles pruebas médicas, consultas con diversos especialistas…dolor, sufrimiento…ambos juntos con su amor a cuesta en ese batallar para no perder un componente de la pareja.
La tristeza se combatía con cariño, la incertidumbre, con ternura.
La ciencia obró su magia y el 22 de julio del 2010, en el hospital de La Habana, Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ), donde ya era atendido, se le practicó un trasplante de hígado.
La operación fue larga y las horas de espera y zozobra, intensas, pero mientras los latidos del corazón de José Luis eran controlados con exactitud por los anestesiólogos, los de María Elena no tenían freno.
Aquella memorable cirugía de reemplazo de un órgano terminó al amanecer del otro día, pero la pareja no había terminado su tiempo de angustia. En la primera semana del trasplante aparecieron complicaciones y José Luis cayó en un estado de gravedad crítica…, hubo incertidumbre y dolor, mucho dolor en el rostro de María Elena, quien no podía aceptar un destino negativo para su amor de toda la vida.
Dos nuevas y largas estancias en el quirófano de José Luis resultó un sufrimiento profundo para su amada. Un tiempo de recuperación y una nueva complicación que lo hace regresar al quirófano, la gravedad, la terapia intensiva, y de nuevo salvado, a la vida.
La lucha contra la muerte fue muy fuerte porque también el equipo médico desbordaba amor por el ser humano, por su trabajo, por su empecinamiento en vencer la muerte.
Y el amor más singular fue el de la familia del donante del órgano, un muchacho con muerte encefálica debido a las lesiones sufridas en un accidente de tránsito y sus seres queridos autorizaron la donación para que Candelario siguiera viviendo.
¡Hubo tanto, pero tanto amor en torno a José Luis! Su esposa, sus hijas, su familia, sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus pacientes, sus conciudadanos, las iglesias, sus colegas de otras ciudades…todos tejimos una gran cadena de AMOR y se produjo el milagro: José Luis hoy recuperado, junto a nosotros.
Y ella, quien lo ha cuidado celosamente durante todo este tiempo, allí junto a él, corazón a corazón.
El tiempo difícil, los momentos duros, el llanto y la sonrisa…, todo hizo que María Elena y José Luis renovaran sus votos de amor y hoy sean más felices.
El AMOR, el amor de la pareja, al ser humano, a la profesión médica…a la VIDA, todo se conjugó en esta historia, que no termina porque todavía queda mucho amor en ellos y en cada uno de nosotros.
María Elena no lo dejó solo ni un momento: disímiles pruebas médicas, consultas con diversos especialistas…dolor, sufrimiento…ambos juntos con su amor a cuesta en ese batallar para no perder un componente de la pareja.
La tristeza se combatía con cariño, la incertidumbre, con ternura.
La ciencia obró su magia y el 22 de julio del 2010, en el hospital de La Habana, Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ), donde ya era atendido, se le practicó un trasplante de hígado.
La operación fue larga y las horas de espera y zozobra, intensas, pero mientras los latidos del corazón de José Luis eran controlados con exactitud por los anestesiólogos, los de María Elena no tenían freno.
Aquella memorable cirugía de reemplazo de un órgano terminó al amanecer del otro día, pero la pareja no había terminado su tiempo de angustia. En la primera semana del trasplante aparecieron complicaciones y José Luis cayó en un estado de gravedad crítica…, hubo incertidumbre y dolor, mucho dolor en el rostro de María Elena, quien no podía aceptar un destino negativo para su amor de toda la vida.
Dos nuevas y largas estancias en el quirófano de José Luis resultó un sufrimiento profundo para su amada. Un tiempo de recuperación y una nueva complicación que lo hace regresar al quirófano, la gravedad, la terapia intensiva, y de nuevo salvado, a la vida.
La lucha contra la muerte fue muy fuerte porque también el equipo médico desbordaba amor por el ser humano, por su trabajo, por su empecinamiento en vencer la muerte.
Y el amor más singular fue el de la familia del donante del órgano, un muchacho con muerte encefálica debido a las lesiones sufridas en un accidente de tránsito y sus seres queridos autorizaron la donación para que Candelario siguiera viviendo.
¡Hubo tanto, pero tanto amor en torno a José Luis! Su esposa, sus hijas, su familia, sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus pacientes, sus conciudadanos, las iglesias, sus colegas de otras ciudades…todos tejimos una gran cadena de AMOR y se produjo el milagro: José Luis hoy recuperado, junto a nosotros.
Y ella, quien lo ha cuidado celosamente durante todo este tiempo, allí junto a él, corazón a corazón.
El tiempo difícil, los momentos duros, el llanto y la sonrisa…, todo hizo que María Elena y José Luis renovaran sus votos de amor y hoy sean más felices.
El AMOR, el amor de la pareja, al ser humano, a la profesión médica…a la VIDA, todo se conjugó en esta historia, que no termina porque todavía queda mucho amor en ellos y en cada uno de nosotros.
Por: IDANIA PUPO FREYRE
En los días difíciles del hospital por el trasplante de hígado |
Con sus nietos Fabián y José Alejandro |
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