Este jueves 12 de diciembre se cumplen 12 años de la primera sentencia contra los Cinco, en un amañado juicio celebrado en la ciudad de Miami.
Gerardo
Hernández Nordelo fue condenado, esa jornada de 2001, a dos cadenas
perpetuas más 15 años de prisión. Él, al igual que sus hermanos René,
Fernando, Ramón y Antonio, no debieron estar ni un solo día presos.
En una carta a su esposa Adriana, fechada el 25 de diciembre de
2001, el luchador antiterrorista cubano le cuenta a la amada: "Yo estoy
muy bien corazón, solo que un poquito agitado, porque estos días han
sido muy intensos (...) Fernando González me contó que uno de su piso le
dijo que me había visto abajo el día después de mi sentencia (debe ser
en la visita del abogado o de mi mamá) y que en vez de notarme afligido
me notó más alborotado que nunca. Algo parecido dice la gente de aquí,
porque imagínate, siempre que alguien baja a sentencia y regresa con 10 o
15 años en las costillas se pasa dos semanas sin salir del cuarto y
nosotros, a pesar de las cadenas perpetuas y el montón de años estamos
como si nada. Yo le digo a la gente que lo que pasa es que he sido una
persona de mucha fe."
Hombre de honor y amor, Gerardo se empinó
como verdadero titán el 12 de diciembre de 2001 para pronunciar su viril
alegato, cuya parte final estremece siempre:
"Su señoría, la
fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi
vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel
del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los
prejuicios políticos y los deseos de venganza, y se comprenderá que no
hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero
si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más
grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: 'Solo
lamento no tener más que una vida para entregar por mi Patria'."
Por Iraida Ma. Hernández Prado
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