Es el testimonio acusador del profesor
Mario Salas, avileño que en 1996 vio en dos oportunidades al mercenario
asesino, paseándose impunemente por las calles de El Salvador.
Por la vigencia e importancia del testimonio, se reproduce hoy la anécdota
del entrenador de béisbol Mario Salas, quien falleciera víctima de una dolencia
cardiaca en el 2007, cuando cumplía otra colaboración deportiva en Venezuela.
EL RELATO
Una mezcla de sentimientos, pero sobre todo de indignación, envuelve al profesor Mario Salas Inerárty al saber que el notorio terrorista y asesino Luis Posada Carriles goza de libertad e impunidad en los Estados Unidos, como viene denunciándolo por estos días el Comandante en Jefe Fidel Castro.
De
inmediato Salas movilizó sus recuerdos, pues él laboró en carácter de asesor y
entrenador de béisbol en El Salvador de 1995 al 1998, como parte de la
colaboración que Cuba ha ofrecido a la nación centroamericana y allí él vio al
horrendo personaje.
YO VI AL ASESINO DOS VECES
“Una tarde —cuenta Salas—, en 1996, viajaba en un auto de la Federación de Béisbol de El Salvador rumbo a los estudios de televisión del Canal 10, donde concedería una entrevista. Esta institución queda frente a la Embajada de Estados Unidos en San Salvador y al pasar por allí el chofer me señala a un hombre que descendía de un auto estacionado en el parqueo de la sede diplomática y me dice: Ese es Luis Posada Carriles. Yo solté una palabrota, me llené de ira y recordé lo mucho que sufre mi pueblo por sus monstruosos crímenes”.
El entrenador deportivo, residente en la ciudad cubana de Ciego de Ávila recuerda la aborrecible estampa de Carriles, vistiendo camisa blanca de mangas largas, corbata y pantalón oscuro, ropa cara que vestía para visitar la madriguera de quienes le pagan para asesinar.
YO VI AL ASESINO DOS VECES
“Una tarde —cuenta Salas—, en 1996, viajaba en un auto de la Federación de Béisbol de El Salvador rumbo a los estudios de televisión del Canal 10, donde concedería una entrevista. Esta institución queda frente a la Embajada de Estados Unidos en San Salvador y al pasar por allí el chofer me señala a un hombre que descendía de un auto estacionado en el parqueo de la sede diplomática y me dice: Ese es Luis Posada Carriles. Yo solté una palabrota, me llené de ira y recordé lo mucho que sufre mi pueblo por sus monstruosos crímenes”.
El entrenador deportivo, residente en la ciudad cubana de Ciego de Ávila recuerda la aborrecible estampa de Carriles, vistiendo camisa blanca de mangas largas, corbata y pantalón oscuro, ropa cara que vestía para visitar la madriguera de quienes le pagan para asesinar.
“Después
de ese día volví a ver a Posada Carriles en una ferretería de la zona comercial
de San Salvador. Siempre andaba acompañado de una comitiva formada por dos
autos de lujo, y se movía con impunidad por ese país, a pesar de estar acusado
por tribunales internacionales por crímenes como el sabotaje al avión de Cubana
de Aviación, en 1976”.
“En El Salvador, acota Salas, todo el mundo lo conocía, a lo que él se dedica y por su verdadero nombre, no por Franco Rodríguez Mena, como constaba en un pasaporte falso, por eso indigna que el presidente salvadoreño Francisco Flores hubiera negado en el año 2000, en la X Cumbre Iberoamericana, la residencia en su país y las actividades a que se dedicaba el terrorista Posada Carriles”.
“En El Salvador, acota Salas, todo el mundo lo conocía, a lo que él se dedica y por su verdadero nombre, no por Franco Rodríguez Mena, como constaba en un pasaporte falso, por eso indigna que el presidente salvadoreño Francisco Flores hubiera negado en el año 2000, en la X Cumbre Iberoamericana, la residencia en su país y las actividades a que se dedicaba el terrorista Posada Carriles”.
Como antes se movía con plena libertad por El Salvador, ahora quiere hacerlo por territorio norteamericano.
El experimentado pedagogo deportivo concluye su relato con una enérgica afirmación, la cual resume con anhelo de justicia:
“En cualquier Tribunal yo prestaría declaración, pues fui testigo de cómo el asesino Posada Carriles vivió con total impunidad en El Salvador, como ahora pretende hacerlo en los Estados Unidos y quiero que sea juzgado para que sobre él caiga todo el peso de la Ley”.
Cuba cuenta por cientos las víctimas del terrorismo, pero no se amilana, se crece en su empeño de preservar la libertad.
Los cubanos no queremos venganza. Los cubanos pedimos JUSTICIA.
Idania
Pupo Freyre
El profesor Mario Salas, ya fallecido |
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