La página digital de Telesur mostró hace unos minutos un sugestivo titular que hace pensar a cristianos y ateos: “Iglesia católica hondureña advierte que regreso de Zelaya desatará un baño de sangre”… Así de sencillo y precisa en su lead que “la Iglesia Católica hondureña aseguró este sábado, a través de un comunicado leído por el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que el presidente constitucional, Manuel Zelaya, no debe regresar al país centroamericano porque eso "podría desatar un baño de sangre"(…) "Sé que usted ama la vida, sé que usted respeta la vida, hasta el día de hoy no ha muerto un solo hondureño, por favor medite porque después sería demasiado tarde."
¿Cómo es posible que quiénes están encargados por “mandato divino” de evitar los baños de sangre, predicar la hermandad entre los hombres, no matar… sean precisamente los que le digan a un cristiano convencido, honesto, que ha predicado todo el tiempo la acción pacífica sin el uso de las armas, incluso hasta en su Mensaje al pueblo, que no regrese al país porque será responsable del “baño de sangre”.. El baño de sangre YA COMENZÓ”.
¿Por qué el señor Cardenal no se dirige a la junta goriletista que hoy oprime al país y pisotea los más elementales derechos de los hondureños a la información, a decidir su destino como pueblo defendido en estos turbulentos días en las calles, que retire a los paramilitares armados hasta los dientes, que no agredan a los manifestantes, suprima los vuelos rasantes, retiren los camiones bomba que lanzan chorros de agua coloreada, los gases lacrimógenos y todos los métodos fascistas que aplican contra el pueblo enaltecido?
No fue el pueblo el que comenzó el allanamiento, fueron las tropas élites del golpe que lo iniciaron mostrando a todos el terror en las calles y maltrataron hasta el presidente constitucional, secuestrado, allanado y deportado a Costa Rica, violada la inmunidad diplomática de los embajadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua cuando en gesto solidario acompañaban a la Canciller hondureña Patricia Rodas quien después también fue secuestrada y sacada del país.
Me parece que el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga está confundiendo las obligaciones cristianas con las intromisiones políticas que nada tienen que ver con la prédica.
No es el presidente Zelaya el que provoca el conflicto; por el contrario, los golpistas lo convierten en el centro del conflicto para esconder sus verdaderas intenciones e intereses porque saben que con la consulta constitucional del domingo 28, no quedarían bien parados ni podrían alcanzar ningún beneficio ni reconocimiento de un pueblo que por muchos años ha sido vilipendiado por la oligarquía y el militarismo desde que en 1933 el dictador Tiburcio Carias Andino controló con mano dura al país apoyado por las tiranías de países vecinos y las bananeras norteamericanas.
Olvidó el Señor Cardenal que esta historia es recurrente en Honduras y en muchos países de Latinoamérica y que la Iglesia que él representa ha tenido un papel protagónico en algunos de esos conflictos porque ante el manto en la cara para no mostrar el rostro, se advirtió la seña de la complicidad y el beneficio económico y político compartiendo decisiones Estado-Iglesia.
Señor Cardenal, en nombre de Dios, haga que los fascistas que hoy ocupan el país retiren los francotiradores del aeropuerto de Tegucigalpa y las tropas acantonadas en sus alrededores con el propósito de asesinar al presidente constitucional y líder del pueblo José Manuel Zelaya que de seguro, estará mañana en SU TIERRA, en la que nunca debió abandonar.
Por SERGIO RIVERO CARRASCO
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