A SALVO
José Daniel de la Torre Sampier encontró el busto de José Martí cubierto de escombros. Corrió a la casa a buscar a su madre que lo ayudó a desenterrarlo y lo alzó como un trofeo
Autor: Jesús Jank Curbelo Fotos de Yander Zamora.
PUNTA ALEGRE, Ciego de Ávila.–Lo vio en el mar: una cosa redonda y de un blanco sucio, cubierta de escombros. Corrió a la casa a buscar a su madre y su madre lo ayudó a desenterrarlo. Lo alzó como un trofeo y fue corriendo de una casa a la otra. Iba gritando: ¡mira!, ¡encontré a Martí!, ¡encontré a Martí!
Martí durmió en el closet de la casa y Jorgito durmió poco, agarrotado entre su madre y su hermana y el desastre que les dejó el ciclón.
Al día siguiente cumplía seis años. Se levantó y dicen que cogió el busto y que se fue a enjuagarlo a la orilla de la playa; que lo llevó a casa de su maestro porque «Martí es el hombre que está en mi escuela, al lado de la bandera».
Aquel día, en el medio del desguace, lo vimos, abrazándolo.
Y no sabíamos, a ciencia cierta, quién protegía a quién.
PUNTA ALEGRE, Ciego de Ávila.–Lo vio en el mar: una cosa redonda y de un blanco sucio, cubierta de escombros. Corrió a la casa a buscar a su madre y su madre lo ayudó a desenterrarlo. Lo alzó como un trofeo y fue corriendo de una casa a la otra. Iba gritando: ¡mira!, ¡encontré a Martí!, ¡encontré a Martí!
Martí durmió en el closet de la casa y Jorgito durmió poco, agarrotado entre su madre y su hermana y el desastre que les dejó el ciclón.
Al día siguiente cumplía seis años. Se levantó y dicen que cogió el busto y que se fue a enjuagarlo a la orilla de la playa; que lo llevó a casa de su maestro porque «Martí es el hombre que está en mi escuela, al lado de la bandera».
Aquel día, en el medio del desguace, lo vimos, abrazándolo.
Y no sabíamos, a ciencia cierta, quién protegía a quién.
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