RECUPERAR LA VISIÓN: EL MILAGRO DEL TRASPLANTE

Toda la fantasía del mundo interior de un niño se reflejaba en los cientos de trazos que Reinaldito hace con sus mejores creyones, sobre papeles y cartulinas; es un quehacer cotidiano al que no escapan paisajes, automóviles, árboles y hasta uno que otro dinosaurio.

Ahora es un niño común que estudia octavo grado en la ESBU René Ramos Latour, de Ciego de Ávila, con buen rendimiento académico pero un día, en un momento, en el pequeño niño Reinaldo Díaz Pardo, de entonces 9 años de edad, se desencadenó un drama terrible para él y su familia.

El 6 enero 2000, estando en clases, le pide una goma de borrar a un compañero de clases, quien al mirarle la cara le nota una membrana blanca que le cubría el ojo izquierdo; de inmediato llama a la maestra y esta decide localizar a María Esther, la mamá de Reinaldito, y esta lo lleva al Servicio de Urgencias del hospital.
El diagnostico fue de un Queratocono bilateral, o sea en ambos ojos, pero agudo en el izquierdo, que se manifestó, así, de repente, con una opacidad de la córnea, disminución de la visión y deformación de su ojo, explica la doctora Beatriz Landrián Iglesias, especialista de Primer Grado en Oftalmología, quien confiesa que en sus 17 años de profesión no ha tratado un caso de la magnitud del de este menor.
La patología definida como Queratocono o cornea cónica es un desorden del ojo humano. La córnea (es el principal lente del ojo) se abomba y adelgaza, tornándose irregular y algunas veces formando cicatrices. En su forma natural el tejido corneal es similar una esfera de un reloj y producto de esta enfermedad se convierte en un cono, deforma el ojo y le hace perder visión.
Reinaldito tenía instalado en su ojo izquierdo un Queratoco Hydrops —explica la oftalmóloga—, se procedió al ingreso hospitalario del niño por el peligro de perforación de la córnea, se le bajó la presión ocular y se trasladó a un centro especializado de Ciudad de La Habana, donde se le puso un lente de contacto rígido para detener el progreso de la enfermedad hasta que llegó avión Orbis a Camagüey, en el 2001, y allí se le hizo el imprescindible trasplante de cornea lo cual le devolvió la visión y la estética.
De no haber aparecido la córnea donada, al niño le hubiera podido quedar ese ojo ciego y deformado, con la consiguiente afectación física y de su autoestima.
Su mamá, María Esther, aún se emociona al contar el acontecimiento de la primera cura hecha a Reinaldito, en el avión Orbis, al otro día de operado: Cuando el médico le quitó la venda mi hijo pudo ver y lo decía constantemente...., todos los que estábamos allí lloramos de emoción y alegría...
Gracias a la generosidad de una familia de donar las córneas de un ser querido fallecido, ahora el adolescente avileño sigue aventajando sus conocimientos en Matemáticas y Computación, sus asignaturas preferidas, continúa con el fervor por la lectura, la televisión y haciendo cientos de trazos con sus creyones sobre cualquier papel o cartulina, pintando su entorno y su felicidad.