Este domingo se despide del deporte activo el estelar lanzador cubano Pedro Luis Lazo, durante una ceremonia que tendrá por escenario al estadio Capitán San Luis, en la occidental ciudad de Pinar del Río.
Antes de comenzar el último desafío frente a Industriales, el conjunto “verde” y las autoridades políticas, gubernamentales, y deportivas, junto a la afición que colmará la instalación, dirán adiós al pitcher más ganador del béisbol en Cuba.
Dueño de un control envidiable y de una serenidad mostrada en los momentos más difíciles fue siempre el arma secreta que la selección nacional de Cuba guardaba a la hora de un relevo trascendente que, según sus propias palabras, era lo que más le gustaba. Los equipos norteamericanos, tradicionales rivales de Cuba en el terreno pudieron muchas veces dar fe de ello al no lograr descifrar los lanzamientos de Lazo.
Pero también la extraordinaria calidad de Lazo como lanzador despertó muchas veces el apetito de los scouts que rondan a los equipos cubanos cuando salen al exterior para tratar de que cambien su patriotismo por dinero contante y sonante que ha corrido a chorros para afectar al béisbol de la Isla.
Lazo también fue asediado muchas veces por estos mercaderes del deporte, casi siempre al servicio de los dueños de equipos de las Grandes Ligas cuyas ofertas vinculaban siempre el deporte con la política agresiva contra Cuba.
Ante ellos, Lazo fue tan gigante como en el montículo a la hora de lanzar y despreció ofertas por tentadoras que fueran porque nunca cambió su Pinar del Río, su terruño cubano y sus convicciones patrióticas por los dólares ofrecidos para que desertara de esos, sus amores.
Lazo se retira tras 20 años de batalla por el deporte cubano pero lo hace rodeado del cariño de su pueblo y dejando como legado una impresionante actuación que lo sitúa entre los más grandes de todos los tiempos.
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