El pasado lunes varios contrarrevolucionarios cubanos visitaron la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana evidentemente para ser apertrechados con los insumos y las orientaciones sobre las actividades que deberán realizar este 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.
El hecho, reflejado en imágenes exclusivas de Cambios en Cuba, no tiene nada de novedoso. La práctica forma parte del amaestramiento que los diplomáticos estadounidenses han realizado, durante décadas, con sus subordinados a sueldo. Orientaciones, panfletos y papelitos (últimamente cámaras y teléfonos celulares) le son entregados a los personajes creados por la SINA para que formen el show que el Departamento de Estado y el gobierno de Estados Unidos espera de ellos: cuatro gatos protestando a favor de los derechos humanos en algún parque de La Habana.
Curiosamente, un día después de la cita, el mercenario Darsi Ferrer publicó en Internet una convocatoria para realizar una “manifestación por los derechos humanos” en el parque de Calzada y D en el Vedado.
Como es habitual, lo que se busca es reunir a los 4 mencionados gatos, incluyendo a las Damas de Blanco y a la prensa extranjera, para desatar una avalancha de informaciones y artículos que traten de demostrar que en Cuba existen quienes protestan por la violación de los derechos humanos.
La fotos, tomadas a la salida de la SINA, delatan a personajes conocidos y despreciados por nuestro pueblo por su servil actitud neoanexionista.
Con las jabas llenas de folletos de la declaración universal de los derechos humanos, que con seguridad intentarán repartir en las calles, aparecen los mercenarios Elizardo Sánchez, Vladimiro Roca, Darsi Ferrer, Laura Pollán (líder de las Damas de Blanco) y Marta Beatriz Roque. Estas dos últimas, recibieron dinero, a través de diplomáticos norteamericanos, del terrorista Santiago Álvarez, amigo y cómplice del verdugo de Barbados, residente en Miami, Posada Carriles.
Lamentablemente, el gobierno de EE.UU. persevera en ignorar que los cubanos conocen la Declaración de los Derechos Humanos de primera mano, sobre todo, por haberla aprendido en el disfrute de los logros indiscutibles de una Revolución que dura ya, a pesar de bloqueos y agresiones, más de medio siglo
El hecho, reflejado en imágenes exclusivas de Cambios en Cuba, no tiene nada de novedoso. La práctica forma parte del amaestramiento que los diplomáticos estadounidenses han realizado, durante décadas, con sus subordinados a sueldo. Orientaciones, panfletos y papelitos (últimamente cámaras y teléfonos celulares) le son entregados a los personajes creados por la SINA para que formen el show que el Departamento de Estado y el gobierno de Estados Unidos espera de ellos: cuatro gatos protestando a favor de los derechos humanos en algún parque de La Habana.
Curiosamente, un día después de la cita, el mercenario Darsi Ferrer publicó en Internet una convocatoria para realizar una “manifestación por los derechos humanos” en el parque de Calzada y D en el Vedado.
Como es habitual, lo que se busca es reunir a los 4 mencionados gatos, incluyendo a las Damas de Blanco y a la prensa extranjera, para desatar una avalancha de informaciones y artículos que traten de demostrar que en Cuba existen quienes protestan por la violación de los derechos humanos.
La fotos, tomadas a la salida de la SINA, delatan a personajes conocidos y despreciados por nuestro pueblo por su servil actitud neoanexionista.
Con las jabas llenas de folletos de la declaración universal de los derechos humanos, que con seguridad intentarán repartir en las calles, aparecen los mercenarios Elizardo Sánchez, Vladimiro Roca, Darsi Ferrer, Laura Pollán (líder de las Damas de Blanco) y Marta Beatriz Roque. Estas dos últimas, recibieron dinero, a través de diplomáticos norteamericanos, del terrorista Santiago Álvarez, amigo y cómplice del verdugo de Barbados, residente en Miami, Posada Carriles.
Lamentablemente, el gobierno de EE.UU. persevera en ignorar que los cubanos conocen la Declaración de los Derechos Humanos de primera mano, sobre todo, por haberla aprendido en el disfrute de los logros indiscutibles de una Revolución que dura ya, a pesar de bloqueos y agresiones, más de medio siglo
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