Por IDANIA PUPO FREYRE El destino de millones de latinoamericanos se está trazando mediante un novedoso arquetipo económico y social denominado Alternativa Bolivariana para la América (ALBA), el cual revoluciona la vida del Río Bravo a la Patagonia.
Jefes de estado, cancilleres, vicepresidentes..., hombres y mujeres de bien, reunidos en las cumbres del ALBA, protagonizaron la consecución de un modelo integracionista inédito en la historia de la región latinoamericana y caribeña.
Resulta un viraje en los anales de los sufridos pueblos del Sur, que van dejando atrás su secular tradición de países explotados, maltratados y mal gobernados.
El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para fomentar ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las desigualdades existentes entre las naciones del hemisferio.
Se basa en la colaboración mutua, en apoyar a los más pobres, en intercambiar materias primas, recursos naturales y humanos para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias.
Mediante este propósito, el petróleo no va a engrosar las economías y el bienestar doméstico de los estados del primer mundo, si no que se ofrece bienestar a las naciones integradas a este proyecto sin precedentes.
Y estas cumbres del ALBA, a diferencia de tantas otras, no se quedan los acuerdos impresos en papelería fina y en la esperanza de los desposeídos.
La Alternativa Bolivariana para la América es tangible. Se palpa en los cientos de miles que hoy reciben atención médica especializada y gratuita y poco a poco se van bajando los índices de mortalidad infantil y materna, por epidemias, por falta de prevención y de educación para la salud. Crece la expectativa de vida.
El programa Milagro es otra consecuencia del ALBA con una estimable función humanitaria porque se trata de devolver y preservar la visión a miles y miles de latinoamericanos mediante pesquisajes, tratamientos preventivos y cirugías restablecedoras de la capacidad de ver.
Un propósito surgido al calor de este cambio de época es el programa educacional cubano denominado Yo si puedo, mediante el cual ciento de miles de latinoamericanos de diversas lenguas y dialectos han aprendido a leer y escribir, en un acto de dignificación humana sin precedentes.
Cuba, abanderada social de Latinoamérica, aporta mucho en los proyectos del ALBA y su líder, Fidel Castro, es artífice de su ideal, de ahí que la solidaridad y el espíritu de colaboración desinteresada se ponga de manifiesto con las brigadas de la Salud, los cooperantes del deporte, la educación y los trabajadores sociales quienes laboran en varios países.
Además, se forman en escuelas de Cuba a médicos, entrenadores deportivos, artistas, técnicos y profesionales que revertirán con su trabajo un impulso a las sociedades de sus respectivas naciones.
Es loable apreciar cuánto dan y reciben nuestros pueblos, cuánto se hermanan, cuánta conciencia toman.
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Haití...cada día crece más el número de países cuyos ciudadanos llevan a la presidencia, mediante sus votos, a hombres que representan sus intereses y trabajan por la prosperidad y el mejoramiento social. Ello está contenido en la esencia del ALBA.
Esos gobernantes y sus pueblos no permitirán que su maíz y sus alimentos sean convertidos en etanol y biogases para mover al primer mundo y fomentar y ejecutar la histeria militarista y de invasiones de gobernantes norteamericanos y sus aliados.
"La historia de los pueblos se ha puesto de nuevo en marcha", es una frase dicha por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con la cual sentenció la actual etapa que vive nuestro subcontinente.
En tanto el presidente boliviano Evo Morales, a manera de epílogo, pronunció en lengua aymara, la frase dicha al morir por el héroe de la resistencia indígena Tupac Katari: "Hoy muero, pero volveré hecho millones".
Si la historia de los pueblos latinoamericanos se ha puesto de nuevo en marcha es porque ahora existen millones que heredaron la estirpe de los próceres y los héroes de este continente y los revolucionarios contemporáneos y los gobernantes dignos trabajan para sus pueblos, crean e instauran mecanismos de mejoras sociales.
Indiscutiblemente el ALBA es una alborada para América.