ENSEÑAR PARA SALVAR AL MUNDO

Por IDANIA PUPO FREYRE

Sólo la Educación podrá salvar al mundo, dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro y su sentencia promueve los cimientos de un universo que vive los gloriosos días de la modernidad, en paralelo.
Por una parte un vertiginoso desarrollo científico, tecnológico, artístico, cibernético..., por otra, analfabetismo, ignorancia, desarraigo...
Los contrastes duelen. Por cada ciudadano dotado de los máximos grados académicos hay cientos y cientos en el orbe que no saben leer ni uno de los reiterados anuncio de Coca cola.
De continuar las actuales tendencias, los últimos estimados de la UNESCO dictan que para el año 2010, la población adulta analfabeta representaría 830 millones de personas.
Muchos gobiernos del Tercer Mundo excluyen de sus presupuestos públicos al divino don de la Educación y no garantizan escuelas gratuitas ni sistemas de enseñanza alternativa que doten a los ciudadanos de una mínima preparación para desenvolverse en ese gran mundo del desarrollo intelectual.
Cifras aproximadas indican que en el universo unos 880 millones de adultos no saben leer ni escribir, de los cuales dos terceras partes son mujeres y más de 120 millones de niños son privados de la educación básica. Además, en 89 países —de 103 que se han estudiado—, se siguen cobrando derechos de escolaridad, siendo este gasto uno de los obstáculos más importantes para el acceso al conocimiento.
En este sentido, Cuba es paradigma y acaba de merecer un reconocimiento humanista: el segundo Premio de Alfabetización Rey Sejong, que otorga la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
No le fue suficiente al Estado cubano con haber erradicado el analfabetismo en la isla hace más de 40 y establecer un sistema educativo de respetable dimensión; desde hace años ayuda a países necesitados en campañas de alfabetización, tan perfeccionadas que el actual método Yo si puedo, triunfa en la cerca de una veintena de naciones en los cuales se aplica.
Este proyecto está concebido como punto de partida y se desenvuelve en sistemas: se inicia con la incorporación de las personas al mundo de las letras y de los números; esperando en está primera etapa que las desarrollen habilidades, destrezas, conozcan correctamente el alfabeto, sepan organizar las letras, así como establecer palabras, ideas y expresar sentimientos.
En cuanto terminan estas personas de conocer y aplicar las habilidades antes mencionadas, deben pasar inmediatamente a una segunda etapa, con el objetivo de continuar perfeccionando la lectura y la escritura y de elevar el nivel de escolaridad.
Cuba contribuye con métodos innovadores a erradicar el analfabetismo en el mundo e impulsa una cruzada para ayudar a todos los necesitados a alcanzar no menos de seis grados mediante el empleo de la radio, la televisión y el video como implementos de enseñanza y apoyado en facilitadotes, maestros y activistas.
Cientos de miles de analfabetos totales y funcionales de países de diversas etnias y culturas como Argentina, Brasil, México, Nueva Zelanda, Paraguay, Venezuela, Haití..., y muchos más, aprenden a leer y escribir para de esta forma abrirse a una vida más digna y con mayor cantidad de oportunidades.
Cuba no va sembrando guerras, ni envía soldados invasores a territorios ajenos a matar y robar sus más preciados recursos. Cuba lleva a sus especialistas y sus métodos a cualquier punto del universo para sanear la ignorancia, el analfabetismo, como también enfermedades y dolor.
La campaña Yo sí puedo tiene uno de los objetivos más hermosos de la labor educacional: contribuir a la formación de ciudadanos libres, capaces de actuar por sí mismos e incorporarse de forma eficiente a la vida política, económica y social del país al descorrer las cortinas de la ignorancia, porque como dijo Simón Bolívar:
“Un pueblo ignorante es un instrumento

ciego de su propia destrucción”.