El dolor de Guillermo Avilés

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lunes, octubre 01, 2018

EL JOVEN NONAGENARIO OSVALDO MONZÓN

Instituido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el primero de octubre, en memoria de Ema Godoy Lobato, escritora mexicana que dedicó su vida a trabajar incansablemente a favor de ese segmento poblacional, se celebra el Día del Adulto Mayor y en esta ocasión presentao  la historia de un avileño, nonagenario, de admirable vitalidad


Camina muy erguido, con paso firme y rápido, lo cual le permite a Osvaldo Monzón Águila disimular sus ya cumplidos 97 años de edad.


Y no sólo por eso. También tiene una mente muy lúcida, un comportamiento tan correcto, que junto a una notable actividad física, niegan su condición de casi centenario.

Todavía puede vérsele recorriendo las calles de la ciudad de Morón, donde vive, en su bicicleta pues él  conduce con equilibrio y cuidado.

Ha vivido siempre en la provincia de Ciego de Ávila, de padres y abuelos cubanos, gente de campo que lo crió como hombre de bien y siempre útil a la sociedad y a su familia.


Nació en la localidad de Gaspar, el 28 de febrero de 1921. En 1965 se muda para Morón, ya casado y con cuatro hijos (dos hembras): allí trabajó mucho de carpintero, de jefe de brigada de la construcción y otras labores.


“Yo dirigí a los trabajadores que hicieron la ampliación del Hogar de Ancianos de Morón, entre otras muchas obras, pero esa la recuerdo con especial orgullo”, cuenta el nonagenario avileño.


Dígame de sus hábitos de vida.


“Lo principal es siempre estar activo. De joven fumé un poco, pero pronto dejé ese dañino vicio y ahora no permito que nadie fume dentro de mi casa. Tampoco he sido adepto a las bebidas alcohólicas…, el ron no lo tomo nunca”.


¿Y la alimentación?


“Como casi de todo. Tengo preferencia por la leche y el queso, los lácteos son muy buenos…me gustan los frijoles. No como embutidos, son malos y a eso le echan cualquier cosa. Ah, pero si siempre he consumido grasa animal, manteca y carne de cerdo que me encantan, aunque ahora mi médico me la restringió”.


Dice que no le gusta ver televisión, pero si escucha la radio: “Oigo mucho los programas de Radio Surco, tanto los noticieros como los musicales y las transmisiones de los juegos de béisbol.


“No me pierdo el programa Hablando Claro, de Radio Rebelde por los temas que tratan sobre los problemas de la sociedad cubana, que hay que resolverlos para tener un mejor país”.


A él le apasiona el béisbol y admira los peloteros de Morón, a los cuales conoce personalmente.


¿Cuál es su equipo preferido?


“Los Tigres, claro, que han ganado tres campeonatos y tienen varios moronenses entre sus principales figuras”, dice con orgullo.


A Monzón la vida le ha dado golpes. Perdió a su esposa hace año y también a uno de sus cuatro hijos y  a ese dolor se ha sobrepuesto por la fuerza de su personalidad.


Enfermedades ha tenido pocas, pero un día comenzó a sentir cansancio y malestar. Ya no era el mismo. Un chequeo médico determinó un trastorno de la conducción eléctrica de su corazón, un bloqueo de tercer grado.


“Con los años las estructuras envejecen y sufren algún deterioro, ese que fue el caso de Osvaldo y para corregir esa falla de su corazón requirió de la implantación de un marcapaso”, dice el doctor Eduardo Pérez Román, cardiólogo del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola de Ciego de Ávila, que atiende a Monzón.

Un marcapasos es un pequeño dispositivo que se implanta por debajo de la piel o del músculo del pecho cerca de la clavícula. Se conecta al corazón con uno o dos electrodos y su función es la de “cronometrador” artificial del corazón. Este aditamento médico monitoriza continuamente la actividad del corazón, enviando impulsos eléctricos para restablecer el ritmo normal si late demasiado lento o irregularmente.


”Monzón tiene un estado físico increíble, con mucha fuerza para vivir, no padece de ninguna otra enfermedad crónica ni asociada con su edad”, dice el doctor Pérez Romo.


 “Lo he visto leer documentos sin tener que usar espejuelos. Es una persona alegre, optimista que no siente miedo  cuando ha tenido ingresos hospitalarios en la sala de Cardiología, ni cuando ha sido llevado al quirófano para la implantación del marcapasos. No se deprime, se  recupera muy rápido y es admirable” agrega el galeno avileño.


Osvaldo Monzón va camino a su centenario de vida con una vitalidad que asombra. Y no sólo en lo físico que le hace caminar rápido, hacer muchas tareas del hogar, los mandados habituales de la familia y los paseos en su bicicleta a los que no quiere renunciar. También su mente es lúcida y enérgica.


Con este joven anciano se pueden sostener conversaciones de varios temas. Habla bajo, pausado, con educación y tiene una admirable agilidad mental para sacar cuentas sin necesidad de papel y lápiz.


“Yo quiero vivir mucho tiempo, pero con capacidad. No resisto el reposo ni depender de otras personas para mis necesidades personales”, dice con firmeza.

Todavía es el eje de la familia, quien aconseja, orienta y decide. Su autoridad se respeta porque la respalda la sabiduría de los años vividos.


Monzón no siente la carga de sus casi 100 años vividos,  porque para él han sido el tránsito por un tiempo en el cual creó una familia, un hogar y un ejemplo de vida.

Texto y fotos de Idania Pupo Freyre

A Monzón se le implantó un marcapaso para regular su frecuencia cardiaca

Con su hija Odilia y su yerno Gustavo Castillo

Osvaldo no necesita espejuelos para leer



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