Conrado
Marrero terminó hoy su existencia física luego de casi 103 años de vida y lo
hizo en su Patria, como siempre él lo deseó.
Conocí
personalmente a esta leyenda del béisbol mundial. Me visitó en mi casa. Me hice
fotos con él en el estadio José Ramón Cepero. Compartí con él en Bayamo y
algunos de sus municipios. Supe de su grandeza que con tanta sencillez llevó
para cautivar a quienes le conocimos personalmente.
Pequeño de
estatura, de fuerte complexión. Se alimentaba principalmente de viandas, a
veces sembradas por él. Dormía al caer la tarde y amanecía en media madrugada,
hábito que llevó como el tabaco que siempre prendía de sus labios. Nunca
abandonó sus costumbres campesinas.
Con dos grandes del béisbol: Rodolfo Puentes y Pedro Chávez |
Me contó de
sus frecuentes viajes a los Estados Unidos, donde vivó y jugó béisbol de
Grandes Ligas temporalmente. Allí también residían familiares cercanos y en ese
país tenía una pensión vitalicia (por su actuación en el béisbol profesional),
que el Departamento de Estado sólo le pagaría si abandona definitivamente a
Cuba.
Conrado
Marrero nunca cobró ese dinero que le pertenecía porque su sentimiento patrio,
su amor a Cuba siempre estuvieron por encima de cualquier riqueza o
bienestar material.
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