Hay mirada que
transmiten sentimientos especiales, profundos, perdurables.
Mirar a un niño
enfermo siempre conmueve, pero si se trata de un contagiado con el virus de la COVID-19, entonces la
sensación es mucho más fuerte.
Así le ocurrió a Reinier
Saavedra Sotolongo cuando a través de los cristales, en una sala de terapia
infantil, sus ojos se cruzaron con los de un bebé, de sólo ocho meses de nacido
y de inmediato se estableció una conexión entre ambos.