Por IDANIA PUPO FREYRE
Por una parte estaban las eminentes personalidades políticas reunidas en un elegante salón, proponiendo, tomando acuerdos, imprimiendo resoluciones en papelería fina y dictando el futuro de la humanidad.
Se trata de la cumbre del G—20 o grupo de los 20 países más desarrollados y algunos en vía de ello, recién efectuada en la ciudad de Toronto, Canadá.
En tanto, fuera del lujoso recinto, una multitud de manifestantes se oponía a gritos a que manipulen sus vidas y las de sus generaciones. Son aquellos que visten la pobreza del desempleo, la agresión al medioambiente, la globalización y todos los males que engendra el capitalismo.
Más de 10 mil personas salieron a la calle para pedir por cambios profundos en las políticas económicas impulsadas y respeto a los derechos humanos.
Es la mayoría que se opone a que esa minoría decida por sus vidas y la de la humanidad, porque los acuerdos tomados en Toronto por los representantes de 20 países, gravitan en el resto de las naciones.
En las horas de reunión, exposición e intercambio, los protagonistas de la cumbre del G—20 solo buscan fortalecer aún más las macroeconomías de sus países, ahora que la crisis mundial en la producción y las finanzas ha deteriorado la vida de todas las naciones.
A ello se suma el deterioro medioambiental, que como respuesta trae múltiples eventos de la naturaleza que causan destrucción y muerte, de los cuales los más afectados son los pobres.
El grupo de los poderosos del G—20 pretenden decidir el futuro del mundo, pero de los menos recursos, los más afectados, los sufridos de esta tierra, se revelan y protestan en contra de tanto poder, de tanta injusticia.
idaniapupo@yahoo.es
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