El dolor de Guillermo Avilés

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domingo, diciembre 02, 2018

LA CASA DE LOS MÉDICOS

Diana, Alejandro, Fernando y Diana Lucy

Hay una casa como tantas otras de su barriada, con su puerta, sus ventanas, su portal y su iluminación, pero lo que la distingue del resto en su mundo interior.


Allí hasta las paredes están impregnadas de humanismo porque sienten con mucha frecuencia actos de ayuda, de solidaridad…, de vida.
Es que esa casa la habita una familia en la cual cada uno de sus cuatro miembros dedica el mayor tiempo de sus días, a la profesión más importante que existe: la Medicina.


Mamá y papá ya son médicos especialistas y sus dos hijos estudian la noble carrera, para seguir los pasos de quienes les ofrecen el ejemplo.


En el reparto Vista Hermosa, de Ciego de Ávila, vive esta familia y son muchas las personas que acuden allí en busca de la cura de una enfermedad, el alivio a un dolor o una simple orientación para resolver un problema de salud.


Se trata de los doctores Diana Alpizar Becil, pediatra; Fernando Fernández Romo, neonatólogo, y sus hijos Alejandro y Diana Lucy, ambos estudiantes de Medicina.


A Diana y Fernando los flechó Cupido mientras aprendían a curar enfermos y desde entonces fue un amor de tres: entre los dos y de ellos por la profesión médica.


Pasaron del noviazgo al matrimonio entre estetoscopios y esfigmos, y en el año 1992 materializan la unión legal de pareja.



Ya graduados comienzan a cursas su especialidad médica: la Pediatría, aunque Fernando luego optó por la Neonatología, que se ocupa de atender niños hasta 28 días de nacidos.


Ambos pasaron su servicio social en el poblado de Velazco, municipio de Primero de Enero. Fernando también trabajó una temporada en la ciudad de Morón; después regresaron a laborar a Ciego de Ávila, donde nacieron sus hijos igual. 


En 1992 llegó el primero de los herederos de la vocación médica: Alejandro, quien cuando terminó sus estudios en el Pre de Ciencias Exactas, con primer expediente, pensó estudiar las licenciaturas en Biología o Relaciones Internacionales, pero al fin terminó matriculando Medicina.


Diana Lucy, quien nació en el año 2 000, lo tenía más claro; ella seguiría la tradición familiar y comenzó este curso en la Facultad de Ciencias Médicas.


Es que ambos, desde que nacieron han visto y oído todos los días de sus vidas, las obligaciones y los actos espontáneos de sus padres para atender niños enfermos.


El doctor Fernando cumplió una misión itinerante en Venezuela y su esposa Diana siempre ha estado en la retaguardia de la familia, pero con igual mérito, pues hace 26 años trabaja en el Policlínico Centro y va en su bicicleta al trabajo de terreno, a visitar pacientes en sus casas o en los Consultorios del Médico de la Familia en áreas que van desde el Aeropuerto Agrícola al conocido Camino de Jiquí, en la periferia de la ciudad, a pesar de estar operada de su columna vertebral y más reciente, de las dos rodillas.


En el hogar de estos avileños entregados a la medicina, los días son agotadores, pues Diana Lucy y Alejandro regresan de sus actividades docentes y en la casa continúan estudiando, repasando conceptos, investigando temas y aprendiendo cómo restablecer la salud a las personas. 


El padre dirige el Servicio de Neonatología del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, de Ciego de Ávila, con la responsabilidad de, junto a su colectivo, salvar a recién nacidos que sufren patologías extremas. Esta labor es decisiva para tener buenos indicadores en el Programa de Mortalidad Infantil.  


La doctora Diana atiende en su consulta más de 20 pequeños pacientes por día, y en su hogar es reclamada por vecinos, amigos y conocidos para que valore las enfermedades de muchos pequeños.


Por eso esta Casa de los Médicos es un santuario donde la profesión médica se venera de la mejor manera: ampliando conocimientos para tener mayor capacidad profesional y atendiendo a niños enfermos.


Allí, en la sala del hogar de la familia Fernández Alpizar siempre están los útiles necesarios para auscultar los órganos de un niño y determinar su padecimiento. También el recetario está a mano con el objetivo de indicar el medicamento y  el tratamiento que cure el mal.
 

No podía ser de otra manera, Diana Lucy y Alejandro tendrían que seguir el camino de sus padres como servidores públicos en la más hermosa y humana de las profesiones: la medicina. 

Por Idania Pupo Freyre


Alejandro en una de sus guardias
La doctora Diana y su hijo Alejandro
Diana Lucy y su papá, el doctor Fernardo
En la sala de Neonatología se desempeña el doctor Fernando
Diana Lucy con su uniforme de estudiante de Medicina
Amor de pareja y por la Medicina caracterizan a Diana y Fernando
Alejandro participa en eventos de investigación

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