Como dama coqueta que se resiste a que el paso de los años afecte su belleza, la ciudad de Ciego de Ávila se renueva, se maquilla, sin perder su esencia.
Es
la capital de la provincia del mismo nombre, la cual cambia su
fisonomía con nuevos colores y lugares más a tono con las necesidades de
esta época.
La
arteria principal, la calle Independencia, ahora está convertida en
bulevar en su tramo de comercios y centros gastronómicos, que provocan
la visita diaria de cientos de avileños.
Recién
pintada sus fachadas y remozado la mayoría de sus locales públicos,
perfila puntos que quedaron pendientes como el último tramo del bulevar,
entre las calles José María Agramonte y Fernando Callejas, justo donde
el remozado Rueda se exhibe como una magnífica instalación hotelera.
Y
la calle aledaña (José María Agramonte), es pavimentada y pintada sus
fachadas, con lo cual gana lucidez ese segmento, que ahora gana mayor
afluencia de público.
Y
como remate en ese extremo del bulevar está la Avenida de la Locución,
que también acaba de recibir el beneficio de un nuevo alumbrado y una
restauración general de sus jardines, bancos, cestos para la basura y la
escultura del micrófono gigante.
El
corazón de la ciudad se embellece para disfrute de quienes vivimos en
la capital avileña y de sus visitantes. Mucho ha trabajado la fuerza
humana y se han invertido cuantiosos recursos para lograrlo.
Es
un disfrute a la vista a de residentes y foráneos. A todos nos
corresponde cuidar la capital avileña para que la dama señorial siga
siendo atractiva.
Por Idania Pupo Freyre
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