Lo supe por Aristóteles, el más famoso filósofo de la historia del hombre.
El ser humano es capaz de acciones maravillosas o de las peores iniquidades.
Su asombrosa inteligencia es capaz de usar las leyes inalterables de la naturaleza para hacer el bien o el mal.
Con mucho menor experiencia que la que hoy poseo, en los días en que se gestaba nuestra lucha armada en las montañas de Cuba, en la gran nación mexicana ―donde cualquier cubano vio siempre algo propio― vivimos un fugaz pero inolvidable período en que todas las maravillas se reunían en un rincón de la Tierra.
No tendría forma ni palabras para describir mis impresiones como lo hizo un mexicano que, no en balde, es la persona de más autoridad para hablar de la tragedia de ese país, ya que fue electo gobernador del importantísimo distrito electoral de la Ciudad de México, Capital de la República, y en las pasadas elecciones del 2006 fue el candidato de la “Coalición por el bien de todos”.
Se presentó a las elecciones y ganó la mayoría de los votos frente al candidato del PAN. Mas el imperio no le permitió asumir el mando.
Yo conocía, como otros dirigentes políticos, cómo Washington había elaborado las ideas del “neoliberalismo” que vendió a los países de América Latina y el resto de los países del Tercer Mundo como la quintaesencia de la democracia política y el desarrollo económico, pero nunca tuve una idea tan nítida de la forma con que el imperio utilizaba esa doctrina para destrozar y devorar las riquezas de un importantísimo país, rico en recursos naturales y hogar de un pueblo heroico que tuvo cultura propia desde antes de la era pre cristiana, hace más de dos mil años.
Andrés Manuel López Obrador, una persona con la que nunca hablé, ni sostuve con él relación de amistad, es el autor de un pequeño volumen que acaba de ser editado, a quien agradezco la brillante exposición que hace de lo que está sucediendo en ese hermano país. Su título es “La mafia que se adueñó de México… y el
Llegó a mis manos hace cuatro días, el 7 de agosto, en horas de la tarde, después que regresé de mi reunión con los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba. Lo leí con enorme interés. Describe la forma en que Estados Unidos devora a dentelladas un país hermano de este hemisferio, al que ya una vez arrebató más del 50% de su territorio, las mayores minas de oro con altísima ley, y la riqueza petrolera explotada intensamente durante más de un siglo, de la que se extraen todavía casi tres millones de barriles diarios. Omito la referencia a su enorme extracción de gas, por ignorar los datos.
En el capítulo 1 explica el extrañísimo fenómeno de que en México haya desaparecido el ferrocarril, que fue creado en tiempos de Benito Juárez, cuando se inició el primer tramo de Ciudad México a Veracruz.
Durante la administración de Porfirio Díaz se extendió en más de 20 mil kilómetros, esfuerzo que con posterioridad la Revolución Mexicana amplió considerablemente.
Hoy existe un ferrocarril que “va de Chihuahua, Chihuahua a Los Mochis, Sinaloa. En un abrir y cerrar de ojos, los tecnócratas acabaron con la ilusión de los liberales del siglo XIX, que veían en la comunicación por ferrocarril la vía idónea para hacer progresar a México” ―relata el libro de Obrador.
“La llegada de Fox a la Presidencia de la República sólo sirvió para recomponer el viejo régimen y continuar con la misma corrupción. En realidad se trató del sexenio del gatopardismo, esa maniobra en que, en apariencia, todo cambia para que todo siga igual. Fox, desde antes de que tomara posesión de la presidencia, se subordinó a los organismos financieros internacionales y, obviamente, continuó sirviendo a los potentados del país. Es más, no sólo mantuvo inalterable la política económica, sino que se apoyó en el mismo grupo de tecnócratas que venía actuando desde la época de Salinas.”
Algunas páginas más adelante el autor señala “…hoy día, casi todas las instituciones bancarias pertenecen a extranjeros, no otorgan créditos para fomentar el desarrollo del país, invierten en valores gubernamentales, cobran las tasas de interés más altas del mundo, obtienen ganancias fabulosas y son fuente fundamental de traslado de recursos a sus matrices en España, Estados Unidos e Inglaterra.”
“Con Fox se siguieron entregando los bienes del pueblo y de la nación a particulares, nacionales y extranjeros […] con Fox se extendió sin límites la entrega del territorio nacional para la explotación del oro, la plata y el cobre […] se modificó la Ley Minera, para otorgar concesiones únicas en exploración y explotación con vigencia hasta de 50 años y con la posibilidad de prorrogarse […] hasta diciembre de 2008, se habían concesionado 24 millones 816 mil 396 hectáreas, 12 por ciento del territorio nacional, equivalente a la extensión del estado de Chihuahua, el más grande del país.”
Algo verdaderamente asombroso y sorprendente, incluso para los que tienen la peor opinión del neoliberalismo, son los datos que ofrece López Obrador en la parte final del capítulo 1 de su libro.
Durante el Gobierno de Fox, afirma: “…en 2005, durante el Foxismo, se volvió a modificar la Ley de impuesto sobre la renta, para de nuevo conceder el 100 por ciento de los beneficios a las grandes corporaciones. Para comprender mejor lo que eso significa, tengamos presente que, en 2008, según cifras oficiales, 400 grandes monopolios que obtuvieron ingresos por cinco billones de pesos, ―según cifras oficiales― más de la mitad del producto interno bruto de ese año, sólo pagaron 1,7 por ciento del impuesto sobre la renta y del impuesto empresarial a tasa única (IETU).”
“Adicionalmente, durante el Gobierno de Fox, fue cuando más devoluciones de impuestos se realizaron a favor de los llamados grandes contribuyentes y, como es obvio, tanto los gobiernos del PRI como los del PAN han querido justificar esta canonjía fiscal con la falacia del fomento a la inversión. Nada más que si esto fuese cierto, en los últimos 27 años habríamos tenido crecimiento económico y no la parálisis que ha prevalecido. Así mismo se puede demostrar que las devoluciones de impuestos son superiores al incremento de la inversión privada; sólo en el período 2001-2005, mientras que la inversión privada se incrementó en 279 000 millones de pesos, las devoluciones de impuestos alcanzaron 604 000 millones, o sea, más del doble. Está tan oficializada la corrupción en la cúpula del poder, que el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) resolvió mantener en secreto por 12 años –hasta 2019– los nombres de las empresas que en 2005 resultaron beneficiadas por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) con la devolución multimillonaria de impuestos.”
Esas fueron las palabras que pronunció exactamente Carlos Ahumada, cuando lo arrestamos en Cuba por violación de nuestras leyes. López Obrador las conoce porque le enviamos el acta junto al deportado Carlos Ahumada, el 28 de abril de 2004.
El hecho constituyó sin duda la estafa política más grande de la historia de América. Hay algunos puntos más que aclararé con total precisión.
En el propio capítulo 1, bajo el título “Los amos de México”, López Obrador escribe: “Durante el tiempo que fui Jefe de Gobierno de la ciudad de México (2000-2005), conocí a casi todos los integrantes de esta élite...”
fortuna que supera los 60 mil millones de dólares, es un hombre inteligente que conoce todos los secretos de las bolsas y mecanismos del sistema capitalista.
Habría multimillonarios, con Salinas y sin Salinas, con Fox o sin Fox, aunque desde luego, nunca tanto como lo fue bajo la mafia que se adueñó de México. López Obrador los va incluyendo en su libro e identificando el poder de la mafia que se adueñó del país.
El Capítulo 2 lo titula “Abandono, corrupción y pobreza”. Señala el PIB de los países del mundo en el período 1982-2009; con admiración se refiere al de China: 10,1. Es más, dice en párrafo aparte el PIB en el 2009. Señala que “por si fuese poco ―ese año― México ocupó, en esta materia, el último lugar entre todos los países del continente americano y, aunque parezca increíble, estuvimos por debajo de Haití”.
“Los tecnócratas han actuado como fundamentalistas. No sólo acataron la ortodoxia de los organismos financieros internacionales, sino que convirtieron en ideología sus recomendaciones.”
“El México rural ha sido el más afectado con las llamadas políticas neoliberales. El abandono del campo es dramático. Todavía recuerdo que Pedro Aspe, secretario de Hacienda en el gobierno de Salinas, se ufanaba diciendo que no tenía importancia el fomento de las actividades productivas del sector agropecuario porque en un mundo globalizado era más económico comprar en el extranjero lo que consumimos.”
“El conjunto de políticas neoliberales aplicadas al campo ha originado un grave rezago productivo del sector agropecuario en relación con el crecimiento de la población. Del trienio 1980-1982 al de 2007-2009, el PIB agropecuario, forestal y pesquero por habitante se redujo en 15.2 por ciento. En otras palabras, en tanto la producción total de alimentos avanzó a un ritmo anual de 1.5 por ciento, la población del país creció, en el período de referencia, a una tasa de 1.7 por ciento anual.”
“A partir de 1996, la producción de petróleo siguió en aumento hasta llegar en el
“Mientras la extracción de petróleo iba en aumento, las reservas probadas registraron una estrepitosa disminución: en 1982 éstas eran de 48 mil 300 millones de barriles; sin embargo, en el 2009 cayeron a 10 mil millones. Sólo durante el gobierno de Fox se consumió una tercera parte de las reservas probadas.”
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