El dolor de Guillermo Avilés

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sábado, enero 28, 2006

EL HOMBRE QUE SUPERA SU MITO

NO IMAGINABA que toda su humanidad cupiera en la sala de mi casa, pero al fin logró acomodarse en un sillón, no sin arrastrar sus largas y prodigiosas piernas. Fue una visita de cortesía que no podía quedar solo en el recuerdo y la emoción, de ahí que con unos breves apuntes, la remembranza y lo que guarda un periodista en su corazón, me atreviera a escribir, una vez más, entre miles de trabajos publicados en periódicos y revistas del mundo, sobre Alberto Juantorena Danger.
A los 52 años sigue siendo el hombre atractivo, de impresionante físico y sencillez extrema que en 1976 subió dos veces a lo más alto del podio del los Juegos Olímpicos de Montreal.
Ha él cualquier protocolo lo anula, hay que tratarlo de tu a tu para que estalle su risa, el gracejo cubano y el aire juvenil que caracterizan su personalidad.
Estoy segura de que se siente mejor con su short, camiseta y zapatillas, en plena pista, que con su envestidura de vicepresidente del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación y miembro del Consejo de la Federación Internacional de Atletismo Amateur (IAAF, siglas en inglés).
No me lo imagino atado a un buró, haciendo girar su espléndido cuerpo en un butacón y disertando de teoría deportiva con carácter doctoral. Él es todo nervio y necesita de la actividad; ya no se ciñe a un rígido plan de entrenamiento ni está sometido a la férrea disciplina de un deportista de alto rendimiento pero lo colman las ocupaciones.
Para lograr una medalla olímpica hay que pasar años entregados a esa causa, olvidar las fiestas, los paseos, los descansos, las rutinas propias de un joven y un adolescente. Es una renunciación total a la diversión y la vida estable en familia, cuyo gran premio es el triunfo, que a veces, por diversos motivos, no llega.
—Sí, porque las lesiones frustran un resultado y a usted eso le ha pasado...
—Las lesiones duelen tanto en el cuerpo como en el alma, destruyen todo un esfuerzo y es duro ver trunco el empeño que tanto ha costado. En 1981 regresé del Campeonato Mundial de Helsinky sin medallas y en camilla, pero tenía "sangre de perro" y me recuperaba pronto.
—Usted sufrió la metamorfosis de pasar de gran campeón a dirigir la Cultura Física en Cuba y ahora atiende numerosos programas de deporte popular, en los barrios, para discapacitados, la práctica sistemática del ejercicio como medio de salud y bienestar, la recreación y la Educación Física de la población. ¿Cómo asimila el cambio?
—No es más que pagar mi deuda con la sociedad. Motiva mucho compartir la gloria que uno ganó con quienes me admiran. Es un privilegio vivir en una sociedad que propugna esos valores, porque conozco a esos atletas mercantilizados que se alejan de la gente y se hacen inalcanzables. Yo tuve una experiencia muy linda en la pasada Feria del Libro, en la presentación del título "Fama sin dólar", el cual aborda bien este tema.
Tiene tanto valor el deporte popular como el de gran nivel porque el segundo es consecuencia del primero, ambos se complementan y a uno le da la misma alegría ganar una medalla olímpica que una competencia de barrio, el sentimiento de triunfo es igual.
Padre de cinco hijos: Iria, la mayor, aeromoza; el segundo, Albertico actual integrante del equipo nacional de declatón y los tres más pequeños —Estefani, Javier y Ánimas Janet—, aún juegan a las carreras.
Entre una y mil anécdotas de su tránsito por el mundo, gusta de contar esta:
En una barriada de Ciudad de La Habana un muchacho corría por sus calles; en su mundo interno se sentía en la pista de un grandioso estadio, como si él fuera un atleta extraclase, de ahí que moviera sus piernas mientas decía: ¡Juantorena, Juantorena!; de pronto, al doblar una esquina, choca conmigo que salía de casa de una tía y cuando me reconoce y reacciona grita impresionado: ¡Coño, Juantorena! Es hermoso sentir esa identificación del pueblo con uno.
Ante él, toda una mole de músculos, el recuerdo de sus hazañas se magnifica : doble campeón olímpico en los Juegos de Montreal, 1976, en eventos distintos como los 400 y 800 metros planos, éxito repetido al siguiente año en la I Copa del Mundo de Dusseldorf. Para entonces ya se había convertido en El elegante de las pistas y el atleta más famoso del mundo.
Era la tercera o cuarta vez que corría los 800 metros planos y, el día anterior de la final de esa prueba, en un acto de fanfarronería le dije al jefe de la delegación cubana: "mañana brilla el oro en mi pecho", y con esa decisión corrí y no solo gané, sino que implanté un nuevo récord olímpico.
Dos vueltas a la reluciente pista de Montreal. Un minuto, 43 segundos y 50 centésimas. Tiempo brevísimo para ganar tanta gloria, hacer historia y convertirse en un mito del deporte, que trasciende al tiempo y a su propia persona.
—¿Dónde están sus dos medallas olímpicas?
—Una se exhibe en el Museo Nacional del Deporte y la otra está en un closet de mi casa; ambas, en el corazón del pueblo. En una ocasión le regalé a Fidel una de esas preseas, él la tuvo un tiempo y después me la devolvió.
—¿Cómo comparte sus obligaciones de directivo con la continuación de la práctica del deporte?
—Cada vez que puedo corro algún matarón o carrera popular en los lugares que visito por mi trabajo. Por ejemplo, en Ciego de Avila he corrido en un centro penitenciario de Ceballos. Siempre que estoy en Ciudad de La Habana, los martes y jueves, al caer la tarde, juego baloncesto en la Ciudad Deportiva y los sábados béisbol, con los veteranos.
—¿Cuál posición desempeña?
—Soy sexto bate y ¡el mejor jardinero derecho del mundo!, dice y su carcajada estalla en un desborde del humor que le caracteriza.
—¿Con qué término califica al deporte cubano?
—Magia, fantasía..., y la perenne presencia de Fidel en sus manifestaciones le da notabilidad.
Cientos de medallas, trofeos, diplomas, las más importantes condecoraciones, atesora este hombre a quien la vanidad jamás ha podido tocarlo.
Su hazaña fue grande, pero no mayor que su dimensión humana. Alberto Juantorena supera su propio mito.



LAS MEJORES MARCAS HECHAS EN LAS DISTANCIAS QUE CORRIO ALBERTO JUANTORENA DANGER
100 metros: 10,3
150 metros: 14,9
200 metros: 20,3
300 metros: 31,9
400 metros: 44,26
400 metros volante: 43,6
600 metros: 1:14,8
800 metros: 1 :43,44
1 500 metros: 3:45, 5

IDANIA PUPO FREYRE
Foto: ARMANDO HERNANDEZ

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