A José Luis Secades
le tocó asumir el inicio de la paternidad de una manera inusual. No esperaba
que el primer contacto con su hija fuera bajo circunstancias especiales y que
el encuentro inicial entre ambos, resultara tan emotivo.
Él de 44 años, trabajador por cuenta propia, residente en la comunidad de Ceballos, ya tiene un hijo de 18 de su primer matrimonio, pero este verano esperaba una hembra con Sandra, su segunda esposa.
En el hospital
de Ciego de Ávila, el 7 de mayo llegó a este mundo Samanda, que así acordaron
llamarla. Tras la cesárea, la madre
requirió de un tratamiento médico intensivo que la limitaba para asistir a la
sala de Neonatología donde estaba su pequeñita, en una incubadora, bajo los
cuidados del personal médico y de enfermería de dicha institución.
La niña nació
sana, con buen peso y estaba allí, sólo en
espera de la recuperación de su madre.
Al paso de los
días la bebita comienza a asumir un estado de irritabilidad permanente, con un
llanto casi constante, a pesar tener su biberón en tiempo. Las atenciones y los
mimos de las enfermeras, no lograban calmar los reclamos afectivos de la
pequeña.
Científicamente
está probado que en estadios tempranos de la gestación, el feto es capaz de
asimilar las caricias y las voces de sus progenitores.
Por lo que se
le recomienda a las parejas que desde mediados del embarazo, le brinden cariños
y afectos a través de la piel que cubre el claustro materno.
En este caso, ante
la imposibilidad de que la mamá entrar a la sala a diario, a cargar y alimentar
a la recién nacida, los galenos conversaron con José Luis, le explicaron todas
estas teoría y la necesidad de cangurear a Samanda, que no era más que cargarla,
transmitirle su calor, su ternura paternal y ponerse ambos en contacto piel a
piel. Él aceptó.
Una tarde, después
de pasar por las necesarias medidas de sepsia y antisepsia y de vestir una
larga bata verde, este hombre, fuerte, maduro, responsable, tomó en sus brazos
a la niña y sintió el ligero temblor de la emoción. De inmediato Samanda se
tranquilizó y se quedó dormida. Acababa de producirse el milagro del amor
paternal.
José Luis y su
historia prueban que padre no es cualquiera.
Padre es sólo
aquel que asume la paternidad como un acto de amor perpetuo, infinito, con
todas las responsabilidades y sacrificios que ello implica.
Por: Idania Pupo
Freyre
Fotos: Daylé
Machado
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