El dolor de Guillermo Avilés

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sábado, junio 16, 2018

PADRE NO ES CUALQUIERA



A José Luis Secades le tocó asumir el inicio de la paternidad de una manera inusual. No esperaba que el primer contacto con su hija fuera bajo circunstancias especiales y que el encuentro inicial entre ambos, resultara tan emotivo.

Él de 44 años, trabajador por cuenta propia, residente en la comunidad de Ceballos, ya tiene un hijo de 18 de su primer matrimonio, pero este verano esperaba una hembra con Sandra, su segunda esposa.

En el hospital de Ciego de Ávila, el 7 de mayo llegó a este mundo Samanda, que así acordaron llamarla. Tras la cesárea,  la madre requirió de un tratamiento médico intensivo que la limitaba para asistir a la sala de Neonatología donde estaba su pequeñita, en una incubadora, bajo los cuidados del personal médico y de enfermería de dicha institución.

La niña nació sana, con buen peso  y estaba allí, sólo en espera de la recuperación de su madre.

Al paso de los días la bebita comienza a asumir un estado de irritabilidad permanente, con un llanto casi constante, a pesar tener su biberón en tiempo. Las atenciones y los mimos de las enfermeras, no lograban calmar los reclamos afectivos de la pequeña.

Científicamente está probado que en estadios tempranos de la gestación, el feto es capaz de asimilar las caricias y las voces de sus progenitores.

Por lo que se le recomienda a las parejas que desde mediados del embarazo, le brinden cariños y afectos a través de la piel que cubre el claustro materno.

En este caso, ante la imposibilidad de que la mamá entrar a la sala a diario, a cargar y alimentar a la recién nacida, los galenos conversaron con José Luis, le explicaron todas estas teoría y la necesidad de cangurear a Samanda, que no era más que cargarla, transmitirle su calor, su ternura paternal y ponerse ambos en contacto piel a piel. Él aceptó.

Una tarde, después de pasar por las necesarias medidas de sepsia y antisepsia y de vestir una larga bata verde, este hombre, fuerte, maduro, responsable, tomó en sus brazos a la niña y sintió el ligero temblor de la emoción. De inmediato Samanda se tranquilizó y se quedó dormida. Acababa de producirse el milagro del amor paternal.

José Luis y su historia prueban que padre no es cualquiera.
Padre es sólo aquel que asume la paternidad como un acto de amor perpetuo, infinito, con todas las responsabilidades y sacrificios que ello implica.

Por: Idania Pupo Freyre

Fotos: Daylé Machado



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