El dolor de Guillermo Avilés

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jueves, junio 30, 2011

Chávez: ¡Por ahora y para siempre viviremos y venceremos!


Mensaje al pueblo venezolano:

“Yo espero mucho del tiempo. Su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados y los acontecimientos futuros han de ser superiores a los pretéritos”. Simón Bolívar.
El tiempo y sus ritmos, el tiempo y sus mandatos, el tiempo y sus designios, como está señalado en el Eclesiastés, me llevan hoy a leer este comunicado a la nación venezolana y a la opinión pública internacional, muy pendientes como sé han estado de la evolución de mi salud, desde que hace varias semanas comenzó a dar muestras evidentes de deterioro.
Después de la excelente gira que hicimos por Brasil y Ecuador entre los días 5 y 7 de junio próximo pasados, llegamos a la Cuba solidaria de siempre para concluir la jornada con la revisión y firma de nuevos acuerdos de cooperación.
Confieso que desde el punto de vista de mi salud solo tenía previsto hacerme un chequeo en la rodilla izquierda, ya casi recuperada de aquella lesión de comienzos de mayo.
A lo largo de toda mi vida vine cometiendo uno de esos errores que bien pudiera caber perfectamente en aquella categoría a la que algún filósofo llamó “errores fundamentales”: descuidar la salud y, además, ser muy renuente a los chequeos y tratamientos médicos. Sin duda ¡qué error tan fundamental!, y sobre todo en un revolucionario con algunas modestas responsabilidades como las que la revolución me vino imponiendo desde hace más de 30 años.
Sin embargo, ya en La Habana, cuando caía la tarde del miércoles 8 de junio, allí estábamos de nuevo con Fidel, con aquel gigante que ya superó todos los tiempos y todos los lugares. Seguramente no fue difícil para Fidel darse cuenta de algunos malestares, que, más allá de mi rodilla izquierda, yo había venido tratando de disimular desde varias semanas atrás. Me interrogó casi como un médico, me confesé casi como un paciente, y esa misma noche todo el inmenso avance médico que la Revolución Cubana ha logrado para su pueblo, y una buena parte del mundo, fue puesto a nuestra plena disposición, iniciándose un conjunto de exámenes, de diagnósticos.
Fue así como se detectó una extraña formación en la región pélvica que ameritó una intervención quirúrgica de emergencia ante el inminente riesgo de una infección generalizada. Eso fue el sábado 11 de junio, muy temprano en la mañana, algunas horas antes del anuncio que fue leído al país y al mundo, y que ha desatado tantas manifestaciones de solidaridad que no dejan de emocionarme a cada instante.
Luego de aquella operación, que en principio logró el drenaje del absceso, comenzó un tratamiento antibiótico intensivo con una positiva evolución, que trajo una notable mejoría. Sin embargo, y a pesar de la favorable evolución general, a lo largo del proceso de drenajes y de curas, fueron apareciendo algunas sospechas de la presencia de otras formaciones celulares no detectadas hasta entonces.
Comenzó, por tanto, y de inmediato, otra serie de estudios especiales citoquímicos, citológicos, microbiológicos y de anatomía patológica que confirmaron la existencia de un tumor abscesado con presencia de células cancerígenas, lo cual hizo necesaria la realización de una segunda intervención quirúrgica que permitió la extracción total de dicho tumor.
Se trató de una intervención mayor, realizada sin complicaciones, tras la cual he continuado evolucionando satisfactoriamente, mientras recibo los tratamientos complementarios para combatir los diversos tipos de células encontradas y así continuar por el camino de mi plena recuperación.
Mientras tanto, me he mantenido y me mantengo informado y al mando de las acciones del gobierno bolivariano, en comunicación permanente con el vicepresidente, compañero Elías Jaua y todo mi equipo de gobierno.
Agradezco infinitamente las numerosas y entusiastas demostraciones de solidaridad que he recibido del pueblo venezolano y otros pueblos hermanos, así como de Jefes de Estado y de Gobierno de numerosos países del mundo, desde la convicción de que todo ese amor, de que toda esa solidaridad constituyen la más sublime energía que impulsa e impulsará mi voluntad de vencer en esta nueva batalla que la vida nos ha puesto por delante, y de manera muy especial al pueblo cubano, a la nación cubana, a Fidel, a Raúl, a toda esta legión médica que se ha puesto al frente de esta batalla de una manera verdaderamente sublime.
Sin embargo, también he estado muy consciente de cierto grado de angustia e incertidumbre que ha estado recorriendo, a lo largo de estos días, de estas noches, el alma y el cuerpo de la nación venezolana. Creo que más allá de los intentos manipuladores de algunos sectores bien conocidos, esos sentimientos eran y son inevitables, y forman parte de la propia naturaleza humana, rodeada esta, además, por las circunstancias que la enmarcan y muchas veces la sacuden, como en este caso ocurre.
Desde el primer momento asumí todas las responsabilidades en cuanto al cuido estricto por la veracidad de las informaciones a ser trasmitidas, fundamentándome en un doble conjunto de razones: la razón médico-científica, en primer término, y, en segundo lugar, y de manera especialmente cuidada desde lo más profundo de mi alma y de mi conciencia, la razón humana, la razón amorosa, para ser más preciso, ¡la razón amorosa!
De la primera, es decir, de la razón médica, ya hemos hablado un poco.  Ha sido un proceso lento y cuidadoso de aproximación y diagnóstico, de avances y descubrimientos a lo largo de varias etapas, en las cuales se vino aplicando un riguroso procedimiento científico que no aceptaba ni acepta apresuramientos ni presiones de ningún tipo. La norma suprema que sustenta esta poderosa razón es la plena verificación científica, más allá de los indicios y sospechas que vinieron apareciendo.
Y acerca de la razón amorosa, estoy obligado ahora a hablarles desde lo más hondo de mí mismo. En este instante recuerdo el 4 de febrero de aquel estruendoso año 1992. Aquel día no tuve más remedio que hablarle a Venezuela desde mi ocaso, desde un camino que yo sentía me arrastraba hacia un abismo insondable. Como desde una oscura caverna de mi alma brotó el “por ahora” y luego me hundí.
También llegan a mi memoria ahora mismo aquellas aciagas horas del 11 de abril de 2002. Entonces también le envié a mi amado pueblo venezolano aquel mensaje, escrito desde la Base Naval de Turiamo, donde estaba prisionero, Presidente derrocado y prisionero. Fue como un canto de dolor, lanzado desde el fondo de otro abismo, que sentía me tragaba en su garganta y me hundía y me hundía.
Ahora, en este nuevo momento de dificultades, y sobre todo desde que el mismo Fidel Castro en persona, el mismo del Cuartel Moncada, el mismo del Granma, el mismito de la Sierra Maestra, el gigante de siempre, vino a anunciarme la dura noticia del hallazgo cancerígeno, comencé a pedirle a mi señor Jesús, al Dios de mis padres, diría Simón Bolívar; al manto de la Virgen, diría mi madre Elena; a los espíritus de la sabana, diría Florentino Coronado; para que me concedieran la posibilidad de hablarles, no desde otro sendero abismal, no desde una oscura caverna o una noche sin estrellas. Ahora quería hablarles desde este camino empinado por donde siento que voy saliendo ya de otro abismo. Ahora quería hablarles con el sol del amanecer que siento me ilumina. Creo que lo hemos logrado.  ¡Gracias, Dios mío!
Y, finalmente, mis amados y amadas compatriotas; mis adoradas hijas e hijos; mis queridos compañeros jóvenes, niñas y niños de mi pueblo; mis valientes soldados de siempre; mis aguerridos trabajadores y trabajadoras; mis queridas mujeres patriotas; mi pueblo amado, todo y uno solo en mi corazón, les digo que el querer hablarles hoy desde mi nueva escalada hacia el retorno no tiene nada que ver ya conmigo mismo, sino con ustedes, pueblo patrio, pueblo bueno. Con ustedes no quería ni quiero para nada que me acompañen por senderos que se hundan hacia abismo alguno. Les invito a que sigamos juntos escalando nuevas cumbres, que hay semerucos allá en el cerro y un canto hermoso para cantar nos sigue diciendo desde su eternidad el cantor del pueblo, nuestro querido Alí Primera: “¡Vamos pues, vamos, con nuestro padre Bolívar, en vanguardia, a seguir subiendo la cima del Chimborazo!”
¡Gracias Dios mío!  ¡Gracias pueblo mío!  ¡Gracias, vida mía!
¡Hasta la victoria siempre!
¡Nosotros venceremos!
La Habana, esta querida y heroica Habana, 30 de junio de 2011.
Desde la patria grande, les digo, desde mi corazón, desde mi alma toda, desde mi esperanza suprema, que es la de un pueblo: ¡Por ahora y para siempre viviremos y venceremos!
¡Muchas gracias!  ¡Hasta el retorno!

viernes, junio 03, 2011

Raúl cumple 80 años hoy

El presidente cubano Raúl Castro celebra hoy viernes su cumpleaños 80. En un breve diálogo con periodistas en La Habana, al término de la visita de dos días del ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró que se siente muy bien.
“¿Cómo me ven; las muchachas cómo me ven? ¿Cuántos viejos de 60 años hay por ahí que no están como yo?”, bromeó el mandatario.
Al despedir a Lula, quien viajó a Venezuela, Raúl reiteró que “hay que hacer las cosas ordenadamente, con institucionalidad; hay muchas cosas vigentes que realmente son absurdas o tuvieron un origen correcto, pero ya el tiempo ha pasado”.
También bromeó sobre su aniversario, reconociendo los desafíos que tiene por delante la Revolución. ”Es una lástima que no me pueda retirar cumpliendo lo que se acordó en el Congreso (del Partido Comunista de Cuba, PCC). Bueno yo no tengo dos periodos, voy por uno”, dijo.
Fotos: Ismael Francisco

jueves, junio 02, 2011

Afganistán y todos los niños invisibles

Por: Sheyla Valladares

El líder afgano Hamid Karzai acusó el martes, con diez años de atraso,  a la OTAN de actuar como una “fuerza de ocupación” por los bombardeos contra civiles, que causaron la muerte el sábado último, a 12 niños en la provincia de Helmand, considerada una de las áreas de mayor influencia del movimiento insurgente talibán y por lo tanto una zona donde la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) actúa regularmente.  
Estas muertes reafirman la revelación hecha hace algunos días por la Afghan Rights Monitor (ARM) de que 739 niños han perdido la vida en lo que va de año en Afganistán, como resultado del conflicto bélico que dura una década y en el que dos de cada tres víctimas mortales son menores de edad.
La población civil afgana ha sido sistemáticamente diezmada desde que comenzó en este país en el 2001, la cruzada contra el terrorismo encabezada por Estados Unidos y las fuerzas de la OTAN. Las matanzas de civiles en el 2010 ascendieron a 2.777, un aumento del 15% respecto a 2009.
Cuando ocurre un hecho como el del sábado último el líder afgano acostumbra a lanzar “advertencias” contra las acciones de las fuerzas de la Alianza, a las que esta invariablemente responde con “sinceras disculpas” por los daños colaterales, pero dejando muy claro, como sucedió en esta última ocasión, que los bombardeos, donde pueden morir muchos pequeños y de hecho mueren, siguen siendo necesarios.  
La OTAN también ha puesto como pretexto el momento que vive Afganistán, en el que las fuerzas afganas asumen paulatinamente la responsabilidad de la seguridad en el territorio como parte de un proceso que debe completarse a finales del 2014. Por lo tanto cualquier respuesta ante las acciones de la insurgencia tiene que considerarse como válida, aunque en ellas pierda la vida aproximadamente un millar de niños cada año.
Las fuerzas extranjeras se están esforzando para hacer el mejor trabajo posible, a fin de que sus colegas afganos tomen buena cuenta de ello. Por eso seguirán, tal como lo han planteado, el modus operandi habitual, las incursiones nocturnas y los bombardeos a hogares civiles para neutralizar las posiciones de la insurgencia, cuyo resultado más visible son un gran número de bajas civiles y detenciones, que en la mayoría de los casos no proceden por no contar con pruebas fehacientes.  
Y está comprobado que cuando ocurre una matanza sin sentido como la de este sábado resurge la cólera popular, o lo que es lo mismo, el número de bombas colocadas al borde de los caminos y disminuye la proporción de bombas entregadas por la población a las fuerzas de la seguridad extranjeras.
A pesar de la indignación tardía de Karzai y legítima del pueblo afgano, principal víctima de este conflicto, este 1 de junio, día internacional de la infancia, los niños siguen jugando, si es que acaso lo hacen, en uno de los medio ambientes más contaminados por minas terrestres y restos de explosivos de guerra, donde más de 5 millones no pueden acceder a la educación, y son cada vez más vulnerables a la enfermedad y la desnutrición.
Las partes involucradas en el conflicto bélico, tome el tiempo que tome zanjarlo, que no parece ser muy pronto, deberán ejecutar medidas eficaces para  garantizar la seguridad y protección de los menores, para que no sigan constando en las listas de las bajas como simples números que indiquen los resultados de los incursiones armadas.
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